Hoy fue un día raro. Creo que todos tenemos de esos cada tanto, cuando simplemente aceptamos algo que estuvo dando vueltas en nuestra cabeza. No es que me desperté y decidí que el día iba a ser así… sino que como siempre, solo pasó. Es como que la vida te da un cachetazo y de repente ves todo claro. Hoy estoy de duelo por quien era, y por quien nunca volveré a ser.
Saber que falta algo ni siquiera se compara con saber qué es realmente. La búsqueda de lo que no está ahí, las piezas que faltan en el rompecabezas, las imágenes sin color, son un signo de pregunta constante hasta que podés ponerle un nombre. Y cuando lo hacés, cuando sabés qué es lo que ilumina la oscuridad, ya no hay vuelta atrás. Finalmente ves lo que siempre estuvo ahí, oculto, lo que te hace ser quien sos, y sabés que no vas a volver a ser la persona que fuiste.
Ahora sé quién soy, y el poder de sacar a la luz mi verdad es mi mayor fortaleza. Por supuesto que no es gratis, porque el precio que tengo que pagar es la muerte de quien fui y el reconocimiento de que no voy a volver a ser esa persona. Y estoy dispuesta a pagarlo. No voy a volver a la oscuridad sabiendo que soy capaz de brillar con tanta fuerza. El camino no va a ser fácil, y lo acepto, porque prefiero pararme entera antes que vivir como una cáscara de quien puedo realmente ser.
Soy.
Es poder.
Es verdad.
Es fuego.
Es potencial.
Es luz.
Es libertad.