Estoy recostada en mi cama, en la oscuridad
el vidrio de la ventana abierto
y escucho la lluvia
mientras cae como música
y besa el suelo.
Los gatos están en un rincón de la cama
durmiendo sin ninguna preocupación, casi roncando,
y la brisa fresca del aire lluvioso
acaricia mi piel desnuda:
mis piernas, mi panza, mis brazos,
mi humedad, mi dolor.
Los moretones me recuerdan el día de ayer,
un sueño que nunca pensé que tendría,
una dicha que nunca pensé que viviría.
Pero esta soy yo,
sin dudas es quien soy.
Encontré lo que estaba guardado dentro:
lo incorrecto que es correcto,
las palabras que son mucho más que una simple etiqueta.
Encontré mi sonrisa y mis lágrimas,
mi locura y mi cordura,
mi oscuridad y mi luz.
Encontré lo que no es una necesidad, sino una elección,
Lo que no es una urgencia, sino un anhelo:
mi sumisión a vos.
Mi cuerpo y mi centro ansían tus regalos preciados:
el dolor, el placer, las marcas en mi piel y en mi alma,
mi mente se convierte en copiloto
y te da las riendas,
todo mi control desaparece en una neblina de confianza.
Ahora sé que soy tuya,
en todas las formas y colores,
y no me atrevería a volver
a ese mundo simple y gris.