Nuestro propio pedacito de magia
son todos esos momentos involuntarios
que nos construyeron:
dos personas a galaxias de distancia,
separadas por el océano,
los idiomas, las fronteras,
que ahora pueden palpar la confianza que comparten,
que se siente como la electricidad en el aire.
Lienzo y artista finalmente juntos
en el mismo rincón de la tierra,
en el mismo instante de tiempo,
con innumerables posibilidades
en la punta de los dedos,
esperando a ser.
Ser es todo lo que queda:
tú, yo, yo, tú…
Me posees, todo de mí,
todo lo que no se puede comprar,
todo lo que llevo en mi piel,
todo lo que está enterrado en mi interior.
Me posees
al mismo tiempo que me liberas,
me permitiste abrir la caja
y comenzar a sacar las piezas
como un rompecabezas infinito.
Me diste el mejor tesoro: yo…
y mientras la música siga sonando,
me entrego a vos.