El punto de fuga oculto,
el horizonte inalcanzable
que sus pupilas dudosas siguen buscando.
Los pequeños, diminutos pensamientos
nublan su mente,
robándole claridad
mientras corren sin límites.
Los “qué pasaría si”
uno tras otro,
como el tic de un reloj,
un segundo, dos segundos, tres segundos.
El tiempo siendo irreal,
abriéndose a posibilidades
como las ramas de un árbol,
como las olas en el océano.
La rigidez y el dolor
recorriendo su brazo,
sosteniendo el peso de sus ojos,
sus pensamientos, sus “qué pasaría si”,
y el tiempo que no perdona
y solo sigue desvaneciéndose.